El baúl de la señora Marlehne
En Osorno había un hotel hace algunos años, cuyos dueños se caracterizaban
por su seriedad y por la sobriedad en el estilo de atención que brindaban a sus pasajeros
Su construcción era de madera y destacaba, por esta razón, del resto de las construcciones que lo rodeaban.
No estaba pintado, estaban sus maderas barnizadas y en general su aspecto era atractivo.
Se consideraba un hotel de categoría familiar, exigente en la conducta de sus parroquianos y de la imagen que proyectaba.
A él llegaban vendedores de prestigiadas empresas, gente de teatro, cine y Televisión. familias y turistas extranjeros .
Osorno no es una provincia entretenida, al menos no me lo pareció.
Generalmente lo visité en período de invierno, así es que realmente era un refugio acogedor cuando llegaba desde la calle entrada la noche, mojada por la lluvia, y con el frío entrándome en los huesos.
Sus pisos rechinaban cuando uno pisaba en el pasillo que accedía a las habitaciones, así es que siempre se sentía llegar a los vecinos que estaban hospedados en el piso.
Una noche en que llovía torrencialmente, como solo llueve por esos lados, decidí comer en mi cuarto y meterme a la cama temprano.
Al otro día seguía viaje hasta Puerto Montt y aunque ya no me parecía lejos, igual me era conveniente salir temprano.
Mirando la televisión me quede dormida, hasta que...sentí crujir las escaleras,
era obvio - alguién venía subiendo.
Me dí vueltas en la cama y me acomodé a dormir, pero algo hizo que me quedara inquieta y es que no sentí que siguieran avanzando por el pasillo.
Pasaron unos minutos y de pronto...¡zas! tremendo golpe.
Ahí pensé- alguno se pasó de tragos y debe estar perdido en el suelo.
Llamé a la Recepción y les avisé lo que estaba ocurriendo-
gracias señora, iremos a ver enseguida- me dijo el recepcionista de turno.
Y volví a intentar dormir.
Creo que dormí un rato y bién largo porque eran ya cerca de las cuatro de la madrugada, cuando escucho clarito una voz de mujer diciendo - ¡¡Por Dios que hace frío , enciende la chimenea mi amor !!
Casi me dió ataque, yo nunca había visto una chimenea, solo habían calefactores electricos en los muros. Repasé en mi memoria y cuando estuve bién convencida de que no estaba equivocada llamé nuevamente a la recepción
-Ahhh- me dijo el recepcionista- debe ser la Sra.Marlene-
¿bueno y quién es ella? le pregunté.
- Ella es una de las dueñas- me contestó.
¿ que le parece si le dice que hable mas despacio ? le dije.
-Disculpe señora- respondió.
Como no me pareció adecuada su respuesta opté por levantarme y mirar a ver si veía a la señora Marlene para decirle que no molestara a esa hora.
Abrí la puerta y ví en el suelo el enorme florero que momentos antes estaba sobre el mueble que daba frente a la escalera y que era enorme.
Pensé- pobre del que pase por aquí - va a tropezar.
Sentí un ruido tras de mi y me volví, justo para ver a una señora que daba vuelta la esquina del pasillo, me pareció vestida con una bata larga, algo etérea porque la tela como que flotaba.
- ¿ de donde salió ? me pregunté. Y la seguí por el pasillo, pero no la encontré donde pensé que podía estar, una salita pequeña que había al final, muy acogedora. En realidad muy distinta al resto del hotel.
Me volví a mi cuarto y ya bién despierta pensé en aprovechar el tiempo y decidi arreglar mi maletin y ordenar mis cuentas. Había muchos papeles sueltos que se podían extraviar.
Estaba muy concentrada en esto cuando escuché carreras abajo de mi ventana, luego vinieron disparos y voces de acento extranjero. Estaba lejos de mi casa y de mi familia, sola en un hotel en donde llegaba de paso por dos días una vez al mes. No sé porque pensé en eso.
Estabamos viviendo tiempos difíciles, por lo que no me inquieté mucho, es decir no sentí miedo.
Me asomé a la ventana y ví a la señora de la bata larga que corría por la vereda del frente con el cabello suelto , algo rubio ,sujetando algo en su brazos . No había nadie atrás pero si había carreras y ordenés en un idioma que no pude distinguir.
Ahí ya me pareció una pelicula todo lo que estaba pasando.
Bajé a la recepción y le pregunté al muchacho -¿ Ud. escuchó a la señora que gritaba ? - este me miró y luego me ofreció
- señora ¿ quiere tomar algo caliente ?
Bueno, le dije, y pensé que él no podía darme explicaciones.Yo nada iba a sacar insistiendo, mejor esperaría un rato para saber que había pasado.
Desperté a las 8 de la mañana, asustada, con mucho dolor de cabeza, cansada.
!Claro ¡ casi no había dormido.
Sonó mi teléfono y me advirtieron que subían con mi desayuno y que el taxi me recogería en 15 minutos.
Tragué... bajé a liquidar mi cuenta y le pregunté al recepcionista de turno por lo que habia visto y oido la noche anterior.
El pobre hombre se puso pálido, luego enrojeció y me dijo:
-señora ¡ que lástima que le haya tocado vivir esto !
Yo no salía de mi sorpresa, no entendía porque él actuaba tan raro.
-En el cuarto donde Ud. pasó la noche se hospedaba siempre la primera dueña de este hotel.
- ¿La señora Marlene ? dije yo.
- si , afirmó él.
-ella era judía alemana y vivió los horrores de la persecusión y del holocausto,
escapó de un campo de concentración dentro de un depósito de basura. Su historia es ,por todos quienes trabajamos aquí, muy conocida, ella dejó en su cuarto un baúl con recortes y fotografías de esos tiempos.
Es un mueble que está cubierto por un tapete a los pies de la cama.
Acto seguido me pregunta - ¿ donde puso Ud. su maletin ?
- Pues...hombre, sobre ese mueble con el tapete, me pareció ideal.
- Si ¡ claro ! pero a ella no le gustó - si Ud. hubiera retirado su maleta de allí habría podido dormir mejor - dijo.
Luego se despidió :
- Que tenga Ud. buen viaje señora.
Nunca más quise volver a quedarme en ese hotel y eso que ya había estado muchas veces antes allí, pero nunca en ese cuarto.
En una oportunidad que estuve en Osorno llevé una carta al dueño pidiéndole que retirara ese baúl del cuarto 210, o bién que no lo rentara.
Yo no puedo creer que solo a mi me ocurriera eso.
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